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martes, 8 de febrero de 2011

Gary Moore. Ya está soleando para Dios...


 


Si 2010 fue un año muy trágico para el rock duro y pesado -baste recordar las muertes de Ronnie J. Dio, Peter Steele (Type O Negative) y las pérdidas de Avenged Sevenfold y Slipknot, este 2011 nos entrega el primer deceso. Estrella de rock sin discusión y súper héroe de la guitarra por méritos propios, Gary Moore murió el pasado 5 de febrero de lo que se presume fue un paro cardiaco.

Gary Moore, irlandés hasta el tuétano, es tal vez el más grande guitarrista de aquel país británico. Agresivo, veloz y letal como mordida de cobra y con un tono insuperable, Moore está en ese Olimpo de las seis cuerdas de lo que podríamos denominar el metal europero de los ochenta, con otros semi dioses como Michael Schenker y Uli Roth entre otros. Su estilo desarrollado esencialmente en el blues británico de los sesenta -escena a la que entró siendo un chamaco- y su amistad con otro guitarrista de prosapia como el también fenecido Peter Green (Fleetwood Mac) lo llevaron a desarrollar una técnica y un vocabulario guitarrístico muy expresivo y particular. Fue su incorporación a Thin Lizzy y su eterna amistad con Phil Lynnot que lo llevaron a recorrer los senderos más duros y abrasivos del rock. Con un ataque de guitarras gemelas que aún hoy hacen palidecer a Priest y Maiden, Thin Lizzy fue la catapulta europea para que Moore se estrableciera como un guerrero Real de la Armada de Seis Cuerdas. De esta etapa, destaca el elepé Black Rose. Su deseo de sobresalir y triunfar con su nombre y no a costa de un grupo, lo lleva a lanzarse como solista de una vez por todas (aunque ya desde Collosseum II lo había intentado y para 1978 ya tenía un par de discos como solista). Su gran momento lo vivió en la primera parte de los ochentas, con una serie de excelentes larga duración, destacando Corridors of Power de 1981, donde lo acompañan otras estrellas como Neal Murray e Ian Paice, y After the War de 1986, donde aparecen otras leyendas como Ozzy y Cozy Powell. Es en ese momento cuando Gary escribio con decibeles y distorsión su nombre en los oídos de nosotros los metaleros. Tal vez un poco cansado de la escena y viendo que nuevas bestias de la guitarra comenzaban a poblar la Tierra (Malmsteem y demás) decide darle un vuelco a su carrera y regresar a su verdadero amor: el blues. Y con el cambio de década, Moore lanza el delicioso Still got the Blues, donde finalmente logra conquistar los Estados Unidos. A partir de entonces, lanza una serie de discos blueseros, acompañado por los grandes del género como BB King, Albert King y demás "reyes" del blues. After hours, Blues for Greeny y Back to the Blues son algunas de las producciones más destacables. Hubo un par de intentos de regresar al formato de grupo. Primero con BBM (con Jack Bruce y Ginger Baker) en los noventa y a principio del 2000 con Scars, otro power trío. Su último disco fue Bad for you Baby (2008), muy bien recibido por la crítica y sus fanáticos.

La trascendencia de Gary es indudable. Su estilo de interpretar el hard y el heavy -estilo que desafortunadamente dejó de cultivar definitivamente a fines de los noventas- lo llevaron a ser considerado por Ozzy como el natural sucesor de Randy Rhoads. Entre sus inolvidables y eternos solos, debemos poner primero en la lista su increíble interpretación de Parisienne Walkaways, una pintura de emoción, expresión y pasión. Otros clásicos mordientes de su guitarra son sin duda Out in the Fields y Military Man -ambas con Phil Lynnot- Still Got the blues y The Story of the blues. Pero la que yo considero su mejor canción y que bien podría ser el epitafio de este extraordinario músico, cantante, compositor y rockero, es "Don't take me for a loser" de Corridors of Power de 1981. "Golden days come and go, There is one thing I know.

I've still got the blues for you "

RIP Maestro



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